miércoles, enero 28, 2009

El sendero del Mesías y la cruz de luz

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Los días pasan y siempre, cuando la vida cotidiana nos da un descanso de la faena y mientras entramos en el silencio, estado de comunión del Espíritu y de la Mente, que nos permite reflexionar, retrotraernos para reencontrar el Camino a seguir, de la Verdad y la Vida.

Cuando descansamos tanto física como mentalmente, es decir no pensamos en absolutamente en nada, ni en problemas, conflictos, rencores , envidias, sinsabores, etcétera, cuando con la mente en blanco centrada en la luz del prodigioso diseñador, planificador, constructor y “Hacedor de la Vida; Dios, el gran “Arquitecto del Universo” entonces percibimos los aromas del Espíritu Santo, llegan pensamientos sublimes que nos revelan misterios y verdades, que nos entregan las soluciones reales a todas nuestras inquietudes y de paso nos ayudan a expandir el nivel de Conciencia que no es más que la cosmovisión clara de cielo y tierra en unidad, en armonía y contacto con nuestro Yo interno, ese espíritu Divino que Dios nos dio cuando nos creo a Imagen y Semejanza de Él, y nos llegan estados de ánimo tan sutiles que nos permiten conectarnos con nuestra verdadera esencia de Seres de la Luz.

Somos seres que vivimos en un Planeta denominado Tierra, integrante de un Sistema Solar cuyo Sol se denomina Helio y que dicho Sistema es parte de los siete sistemas que giran alrededor de otro Sol Central llamado Alción y éste a su vez gira en compañía de otros Sistemas alrededor de otro sol llamado Sirius, para formar una de las Galaxias más cercanas a nuestra capacidad de entender este macro Universo tan Inmenso como único, o sea que ya comprendiendo que estamos viviendo en el Planeta Tierra donde el Señor dispuso crear su reino, para morar ahí en espíritu junto a sus hijos, y parte de ese reino es este conglomerado de Soles y Planetas, y nos damos cuenta que somos parte integrante del cosmos, y que por ende somos Seres Cósmicos. Seres que tenemos que ser conscientes de nuestro origen dual, que debemos tomar el control de nuestra naturaleza terrenal a través de la hegemonía de nuestra naturaleza celestial y comportarnos como tales, como participantes de un vasto reino, cuyo rey es “el hijo del hombre” el hombre ideal, el hombre celestial, el hijo primogénito del Altísimo, nuestro hermano mayor, nuestro maestro, nuestro modelo, nuestro mesías que se mueve bajo una sola regla y principio, el principio del AMOR, estrictamente establecido en el origen por el “Gran Arquitecto del Universo” que todo lo hizo por amor y miro que era bueno, y así mismo debemos regirnos por esa Energía Divina llamada Amor que nos ha sido transmitida en herencia por el hijo de Dios, en el más extenso sentido de la palabra, que incluye, la bondad, la ternura, la mansedumbre, la humildad, la tolerancia, la sencillez, el servicio desinteresado hacia los demás, el equilibrio, la justicia, la templanza y todo aquello que implique generosidad y respeto a los derechos que tienen todos los seres existentes en este mundo.

Somos hijos todos, seres en proceso de evolución, de transformación, de renacimiento, siguiendo el sendero marcado por aquel que sacrifico su vida corporal en aras de mostrar la verdad, siendo que la verdad era “el mismo”, su divinidad, y su misión de dar a conocer al Padre, para que por medio de esta luz vieramos el camino correcto hacia el “Árbol de la VIDA”, cuya esencia nos da la vida eterna.


De ese modo, iniciar paso a paso a escalar el camino ascendente hacia la Divinidad, eso representa y significa “ser iniciados” aceptar el camino e iniciar la marcha estando dentro del Amor, volvernos seres espirituales co-creadores de nuestro entorno, ser sanadores de apariencias de enfermedad, llevar consuelo y esperanza a quienes no entienden ni comprenden, en este momento de sus vidas, el verdadero significado de ellas, en fin Ser seres semejantes al “hijo del hombre” lo cual significa portarnos como verdaderos seres cristicos, seres elegidos de la verdadera familia del Mesías, del verdadero Israel, de la nueva Jerusalén, verdaderos diosistas, verdaderos mesiánicos, sinceros cristianos.

Unos seres estupendos, fraternos, de aquellos que añoramos como amigos y hermanos, de aquellos amigos de infancia que todos sus pensamientos no tenían absolutamente nada de malicia ni de truculencias, que son aquellos que piensan, aun con muchos años a cuestas, que piensan como niños, para que así se cumpla lo que dijo otro Ser espiritual como nosotros, que de su esfera celeste descendió a nuestro mundo, y encarándose apareció sobre la Tierra en un acto de desprendimiento y Amor, como lo fue Jesús, cuando pidió a sus apostoles "Dejad que los niños vengan a Mi , porque de ellos es el Reino de los Cielos", el mismo que en su momento dijo: un nuevo mandamiento os doy: “qué os améis los unos a los otros como yo os he amado”

O sea que ya nos dijeron como teníamos que vivir para estar aptos para volver a casa y entrar en el Paraíso, y no hemos sido capaces de realizarlo, de vivirlo, nos hemos dejado tentar por la Manzana de la Discordia, mostrando nuestra poca fe y nos ha tocado Sudar el Pan de la amargura de cada Día, si entendiéramos que no debemos juzgar a los otros usurpando lo que es potestad del Padre y del Mesías, si nos portáramos como niños, sin envidias, rencores, resentimientos, lujurias, menosprecios y apegos materiales, emocionales, afectivos y de toda índole, no tendríamos que trabajar, porque nos conectaríamos con esa energía radiante que el Padre regala al cosmos que es el amor para la cual nada hay imposible, nada hay inalcanzable.

Todo está en Uno y Uno está en nosotros, o sea se llega a adquirir la visión del ser Absoluto, de la Conciencia Universal en donde todo fluye en un dar y recibir armonioso y equilibrado.


Y en ese punto de nuestro camino, comprendemos que nuestra arrogancia altiva como personas con un nombre y apellido, con un diploma debajo de nuestro brazo, con linajes sociales y de estirpe, son simplemente Fanatismos, Repelencias y Fatuidades que nos hemos creado dizque para impresionar a los demás, para manipular y adquirir poder ilícito e implantar en nuestro entorno el sentido de la separatividad, del sectarismo, que lo único que nos hace es separarnos de nuestra Verdadera Identidad como hijos de Dios e hijos de los hombres. Ser hijos de Dios es ser uno Con el Camino de Luz, ser uno con la Verdad, ser uno con la Vida, es el de ser parte de un Todo omnipotente y omnipresente, que es por si mismo, que es uniabarcante y que es el que rige todo lo visible y lo invisible, lo material y lo inmaterial, lo terrenal y celestial, el rey de reyes que con amor gobierna su reino y traza sus leyes para este sistema Universal de interrelaciones cósmicas, que es el Amor, sin embargo por causa de la caída nos desenamoramos, nos volvimos egoístas, nos creemos que somos los dueños de la moral y que tenemos la potestad de juzgar el bien y el mal como si fuéramos el Dios creador de éste Universo, así entramos en el combo de los Ángeles Caídos como Lucifer y su Corte, dejando la opción de ser Seres de Luz, Guerreros de la Luz, seres semejantes al Hombre Cósmico del cual somos sus hijos verdaderos, similares a los Ángeles, Querubines y Serafines, y a toda criatura espiritual creada y diseñada por el Gran Arquitecto del Universo, que sirven a los demás en su empeño de que el Amor se multiplique y este perenne en sus Conciencias y que las bendiciones de ayuda para realizar el plan de Él, fluyan abundantes y sean eternas.

Así que sigamos el sendero de luz con nuestra cruz de luz a cuestas que es liviana y volvámonos guerreros de paz y amor, guerreros de Luz, seamos magos como aquellos reyes Magos del oriente que generosos nos mostraron quien es el guía en este escabroso tránsito de esfera en esfera para volver a casa del Padre eterno.

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